Zagreb. 27 de mayo. Mientras las aguas van bajando en Eslavonia, en algunos lugares, como en Gunja, los pobladores vuelven a sus casas. Ni bien las aguas se retiraron de la ruta, muchos de los habitantes volvieron, no para vivir, sino para ver si podían rescatar algo del desastre; algo como mascotas de los hijos o un album de fotos. Y comprobar la dimensión de lo devastado. Fueron vestidos con trajes protectores y máscaras por prevención a las epidemias que, por ahora, no se han desatado. Pero el hedor emerge de la podredumbre del agua estancada. Lo que encontraron es que sus pertenencias están destruidas, las puertas flotan sacadas de quicio, los autos están volcados, los tractores inservibles y los animales muertos.
Mientras tanto, los bomberos desinfectan los accesos. Y eso es casi lo único que pueden hacer porque el agua, si bien bajó considerablemente, todavía tiene un metro de altura más que el río Sava, cuyo desborde provocó la inundación. Las aguas ahora están ahora tres metros menos que el máximo histórico que se dio el 17 de mayo. 11000 personas tuvieron que abandonar sus casas en Gunja. Oficialmente se habla de un muerto en ese lugar por esta inundación.
Carmen Verlichak